Salvados para Servir

Escrito por MINERVA COLÓN-PINO


Una soleada mañana de octubre, familiares, amigos, compañeros de trabajo y conocidos de Eric y Yolanda Rodríguez (Mayores) se dieron cita en la iglesia/Cuerpo del Ejército de Salvación de Ponce (Puerto Rico) para celebrar su jubilación. Eric y Yolanda concluyeron su servicio como pastores (Oficiales) del Ejército de Salvación después de casi 30 años de trayectoria. «Dios ha sido fiel, siempre», afirmaron ante los presentes.

Bajo la dirección de la Mayora Teresita Pacheco, íntima amiga de la pareja, la actividad se desarrolló con música hermosa, oración y lindos momentos de fraternidad en los que la alegría y los gratos recuerdos se fusionaron en un maravilloso ágape con los homenajeados. Amigos y familiares desfilaron para contar sus historias, anécdotas y expresar su agradecimiento a los Mayores Rodríguez.

Miriam, hermana de Eric, compartió hermosas memorias de su niñez. Por su parte, algunos miembros de la iglesia/Cuerpo de Ponce relataron sus anécdotas del tiempo en que los Rodríguez sirvieron como pastores en esta comunidad. Las experiencias vividas y los recuerdos amenos dieron motivo a algunas lágrimas y mucha risa. También estuvieron presentes muchas personas que trabajaron bajo la dirección y el liderazgo de los Rodríguez, entre ellas Linette Luna, su asistente administrativa en las oficinas divisionales de San Juan (Puerto Rico). En representación del resto del equipo, Linette expresó el cariño y la gratitud de todos ellos por los pastores. Además, hizo hincapié en su liderazgo pastoral, que ha tocado la vida de tantas personas.

En la celebración no pudo faltar la alabanza de las hermosas voces de la Mayora Yolanda y una de sus hijas, la Capitana Leilani Rodríguez. Juntas, en un dúo hermoso, interpretaron varias alabanzas al Señor.

Miriam Rodríguez de Massini hermana de Eric, le presenta un obsequio de la familia para conmemorar la ocasión.


Jornada de servicio

La trayectoria de servicio de Yolanda y Eric Rodríguez comenzó en su país natal, Puerto Rico. Fue ahí donde recibieron su llamado para servir como pastores.

Eric y Yolanda dejaron sus prometedores empleos —él en el sector bancario y ella como auditora gubernamental— para responder al llamado del Señor. Con sus dos hijas pequeñas, ingresaron en el Colegio de Entrenamiento para Oficiales, en Nueva York, para completar su educación preparatoria. Durante su estancia en esa institución, pasaron un verano en Lancaster (Pensilvania), donde cumplieron una asignación de campo que dio inicio a la obra hispana en esa ciudad. Y es precisamente en esta comunidad donde su hija Leilani y su yerno Josué Alarcón sirven hoy como Oficiales y pastores. Sin duda, esto es muestra del legado y la fidelidad del Señor.

Tras concluir su formación en el colegio de entrenamiento, fueron enviados a Arecibo (Puerto Rico), donde comenzó oficialmente su servicio pastoral. Después recibieron su nombramiento ministerial en Ponce (Puerto Rico), para contribuir con la expansión y construcción del nuevo templo; allí —junto con miembros de la iglesia y los dedicados compañeros de trabajo— cosecharon grandes frutos. Con la asistencia a la iglesia, los grupos pequeños y otros programas, lograron alcanzar un promedio de 5000 personas por año.

Su arduo trabajo se extendió hasta Peñuelas, Puerto Rico, donde el visionario Mayor Eric pudo reconocer la necesidad de esa región y realizar los trámites necesarios para comenzar a ofrecer servicios sociales a la comunidad. «Nada de esto habría sido posible sin la ayuda de tantos compañeros dedicados», afirmó. Poco tiempo después se inauguró oficialmente la iglesia del Ejército de Salvación en Peñuelas.

En 2006, fueron enviados a Nueva York, donde ocuparon puestos acordes a su formación. En la División de Greater New York, se entrenaron en el área de los negocios y las finanzas, hasta que Eric se convirtió en Secretario asistente de negocios y Yolanda en Secretaria asistente de finanzas, respectivamente. «Fue un periodo complicado», explica Eric. «Trabajábamos en una cultura distinta y con otro idioma, por lo que las experiencias no siempre fueron muy placenteras», afirma. «Pero el Señor siempre es fiel y nos ayudó».

La Mayora Yolanda nunca quiso dejar su tierra natal, Puerto Rico, pero su obediencia a Dios fue más importante. Esa obediencia se puso a prueba de nuevo en 2013, cuando los volvieron a trasladar a Puerto Rico y se vieron obligados a dejar a sus hijas Leilani y Surrey, que en ese momento estudiaban en Nueva York e Italia. «Aceptar eso fue muy difícil», afirma el Mayor Eric. Pero eran conscientes de que habían aceptado un llamado para servir a Dios.

De regreso en Puerto Rico, los Mayores asumieron sus respectivos puestos: Eric como Secretario Divisional y Yolanda como Secretaria de los Ministerios Femeninos y Atención Comunitaria.

En el 2016, los Mayores Rodríguez se convirtieron en los Comandantes Divisionales de Puerto Rico. A cargo de todas las iglesias, esa responsabilidad pronto resultó ser uno de los más grandes retos de su servicio, cuando en el 2017 el huracán María devastó la isla.

«Ese fue un momento muy difícil para nosotros, pero también gratificante», explicó la Mayora Yolanda. «Tuvimos el privilegio de servir a nuestra gente en un momento en que tanto lo necesitaban», relata. «Para mí, personalmente, fue inexplicable: mi madre acababa de morir, el Señor me dio el privilegio de acompañarla y ver su salvación. Solo hacía unas semanas que la había enterrado, cuando pasó el huracán».

La isla de Puerto Rico quedó completamente destruida. No había electricidad, comida ni gasolina, y muchas carreteras desaparecieron, lo que eliminó el acceso a comunidades completas.

Durante más de dos años, los Comandantes Divisionales trabajaron arduamente para servir al pueblo. En conjunto con los servicios de asistencia que enviaron a la isla, los Mayores coordinaron la ayuda y se unieron personalmente a la distribución de alimentos, ropa, agua y otros recursos. Ayudaron en la reconstrucción de viviendas e instalaron paneles solares, entre otras cosas. Aunque el esfuerzo físico era necesario en ese momento, su enfoque no se limitó a eso solo. El apoyo emocional al pueblo y a la iglesia se convirtieron en prioridad. «Fue muy difícil, agotar los recursos y ver que la necesidad continuaba», recuerda el Mayor Eric.

La restauración completa de la electricidad en la isla tardó un año. Muchos, incluidos los pastores, carecieron de energía eléctrica durante más de ocho meses.

Sin embargo, cuando pudieron ver algún avance, comenzaron los terremotos en la parte sur de la isla. Poco después sufrieron la pandemia.

«En medio de tanta devastación y sufrimiento, dependíamos completamente del Señor; lo que nos sostuvo fue su fidelidad, su cuidado y su gracia», afirman los pastores.

«Nunca debemos olvidar nuestras raíces ni la razón por la que Dios nos llamó», recalcó el Mayor Eric.

En el año 2020, fueron trasladados al Cuartel Territorial del Este de Estados Unidos, donde obtuvieron su último nombramiento. El Mayor Eric asumió el puesto de Secretario del Departamento de Desarrollo Misional y la Mayora Yolanda, el de Asistente del Secretario, con responsabilidades adicionales en el Departamento de Finanzas.

Este nombramiento les permitió disfrutar más de su familia gracias a la cercanía.

El Señor bendijo a la familia de los Mayores Rodríguez; sus dos hijas están casadas y tienen familia. Su hija Surey vive en Massachusetts con su esposo, una hija y un hijo, y su hija Leilani vive en Pensilvania con su esposo y sus tres hijos.

Un tiempo bendecido

En medio de alabanzas y adoración a Dios, celebraron su jubilación en la iglesia de Ponce, con la bendición de los pastores, los Mayores Polaco. Su hija, Leilani, le entregó el certificado oficial de jubilación. Para finalizar, los Mayores Rodríguez expresaron su agradecimiento a Dios y a todos los presentes.

«Dios se glorificó a pesar de lo que éramos; siempre vimos su gracia», afirmó el Mayor Eric.

«Los amamos», afirmaron ambos.

La celebración continuó por un rato en el que confraternizaron y disfrutaron con chistes, conversaciones, fotos y un suculento almuerzo.