La madre espiritual

Escrito por Minerva Colón–Pino


Hay momentos en la vida en los que necesitamos la instrucción y las palabras sabias de una buena madre; sin embargo, a veces, las circunstancias no nos permiten contar con la nuestra. Aunque para muchos, la madre no tiene sustituta, a veces Dios nos regala “madres espirituales” que nos ofrecen consejo y ayuda tanto física como emocional y espiritual. Aun cuando no siempre es el caso —ni tampoco la norma— muchos de esos seres humanos extraordinarios no tienen hijos biológicos, pero han dedicado sus vidas a cuidar niños y adolescentes, como también a adultos. En ocasiones, esas “madres espirituales” son las primeras que nos hablan de Cristo y nos ayudan en nuestro crecimiento espiritual y nuestra jornada de fe. Representan la única instrucción bíblica y dirección espiritual para muchos.

Estas damas juegan un papel importante en la vida de aquellos a los que apoyan. Su testimonio espiritual es modelo para las personas a las que sirven y aconsejan. Son ejemplo de dedicación y compromiso; figuras indispensables en la iglesia que inspiran seguridad y constancia. Son las que siempre están a nuestra disposición para orar con nosotros, ofrecernos consejo o brindarnos ayuda de cualquier manera, siempre que sea necesario. Estas damas siempre están dispuestas a ofrecer su tiempo y su atención, algo que podría implicar un sacrificio para otros. Es por esta razón que el título de “madre espiritual” es tan apropiado. Se caracterizan por todo lo que es una madre y, además, su aporte es digno de reconocimiento. 

En la Biblia encontramos un relato precioso de lo que se puede considerar una verdadera madre espiritual —Noemí—. La historia está en el libro de Rut. Tras perder a su esposo y a sus hijos, y estando en una situación devastadora, Noemí les pide a sus nueras —Rut y Orfa— que regresen a sus familias y rehagan sus vidas. Sin embargo, Rut se niega y le dice a su suegra que se quedará a su lado. Noemí aceptó a su nuera como si fuera su propia hija; la amó y la apoyó incondicionalmente. Con su ejemplo de fe y su guía, Noemí le transmitió a Rut sus principios de fe. Su comportamiento e influencia espiritual llevaron a Rut a aceptar y proclamar el Dios de su suegra como suyo. Tanto que le dijo: “Tu Dios será mi Dios” (Rut 1:16). Esto testifica de lo que pueden hacer el amor, el cuidado y el sacrificio de una “madre espiritual”.

Hay un día en el calendario en el que reconocemos y celebramos a nuestras madres biológicas; sin embargo, no olvidemos reconocer y celebrar también —en esa fecha— a nuestras madres espirituales, ya que son una bendición que el Dios todopoderoso nos concedió en su infinito amor.